sábado, 24 de noviembre de 2007

Hace unos meses leí el artículo que os muestro a continuación. A mí personalmente me hizo reflexionar mucho y me di cuenta de que efectivamente cada día somos más espartanos a la hora de criar a nuestros hijos. Cierto es que uno de los fines de la educación es la autonomía personal, pero, ¿a qué precio? (Tricia)

Silvia tiene dos meses, y cuando llora, nadie la coge en brazos. Son las seis de la tarde, Papá y Mamá están sentados en el sofá viendo la tele. No "viendo la tele tan tranquilos ", porque nadie está tan tranquilo mientras llora su hijo. Se les encoge el corazón, de verdad. Pero no la cogen. Creeen, saben, que no deben cogerla. "Porque, ¿qué pasará luego cuando estemos trabajando, o en la ducha? Si se acostumbra a los brazos lluego lo pasará muy mal"
Iñaki, de año y medio, se duerme en los brazos de su madre. En el pecho de su madre. Mama hasta quedarse dormido, tranquilo, feliz, relajado. Es también la hora más tranquila, feliz y relajada en la jornada de su madre; es el momento de sentarss, abrazarse y canturrear canciones de cuna que te hacen recordar el olor de tu propia madre. Pero el psicólogo de la guardería les ha dicho que eso no puede seguir así, que si alguna vez la madre sale de noche, o la tienen que hospitalizar, su hijjo sufrirá mucho, porque no sabe dormir sin ella. Que debe dejarlo solo en su habitación, si llora que llore, que así se acostumbrará a dormir solo. (veáse método Estivill, nota de Tricia).
Marta tiene un bebé de tres meses. Como el mes que viene empieza a trabajar, le han dicho que tiene que acostumbrarlo al biberón. El niño, que no es tonto, no quiere tomar el biberón de ninguna manera, ni siquiera con la leche que su madre se acaba de sacar. Han probado varias tetinas, han probado a dárselo distintas personas, pero nada. Lo que tienes que hacer es irte de casa, no volver en ocho horas: verás como cuando tenga hambre y no te vea se tomará el biberón".
Creo que voy a aplicar los mismos principios con mi familia. Una vez al año me iré dos semanas de vacaciones, yo solo y sin avisar, así mi esposa no sufrirá si algún día la abandono, o si me muero. Nunca le compraré flores, ni le diré qué guapa está, ni la llevaré al cine, así se irá acostumbrando, por si dejo de quererla, o me da el Allzheimer y no la reconozco.
La idea es"Sufra ahora y no sufrirá luego", o más bien: "Puesto que de todas maneras va a sufrir, no pierda el tiempo y empiece ya". Nunca deja de sorprenderme esta huída hacia delante, esta voluntadd de sufrir "más rápido, más alto, más fuerte.
Si algún día no puede coger en brazos a su hija, mala suerte; pero al menos cójala ahora que sí puede. Y si está disfrutando de cuatro meses de maternidad, no desperdicie el último mes acostumbrando a su hijo a quedarse solo (para pasar la mañana dando vueltas, más vale ir a trabajar y hacer algo útil) Disfrute el momento. Que el temor a los males futuros no nos haga renunciar a la felicidad presente.
Carlos Gonzalez (Pediatra y escritor)